Dulós:
Una bolsa negra llena de un líquido rojo que recuerda la sangre. Así se presentan los fármacos de la quimioterapia a los pacientes. Asustada, te sientan en un sillón, y durante dos largas horas te inyectan esa sustancia dentro de las venas. Una sustancia que para salvarte, antes te romperá y martilleará.
Y así ha sido. Hoy por fin he sido capaz de levantarme del sofá y escribir cuatro líneas. El martes por la tarde me inyectaron los medicamentos de la quimioterapia. Durante las dos horas de sesión, no noté nada. Al llegar a casa, tampoco. Cené bien, y me tumbé en el sofá a dormir. Todo normal. Estaba asustada y nerviosa, esperando alguna reacción de mi cuerpo. Pero el sueño no llegaba y los cambios tampoco… La noche fue extremadamente larga. Encendí y apagué la televisión muchas veces, fui a la cocina otras tantas… hasta que el cansancio me venció. ¡Y de repente, sobresaltada, me desperté! Parecía que me hubieran dado una paliza porque me dolía todo el cuerpo. Aún así, conseguí levantarme porque si no bebía agua urgentemente me iba a morir. ¡Mi boca me sabía a hierro! Llené un vaso enorme de agua y tragué con la misma desesperación con la que al instante la escupí. Acababa de descubrir que ese horrible sabor provenía de mis entrañas y que el agua no lo apaciguaba, sino que lo agravaba. Se acabó el beber agua en los siguientes días. Tuve que sustituirlo por bebidas con sabor. Y una desagradable sensación de náuseas me ha acompañado estos cuatro días. Aún así, he comido poco, pero bien. No tenía mucho apetito, pero no me ha sentado mal la comida. Sólo he vomitado dos veces, el primer día y el cuarto, y sólo mucosidades.
La Dra. García Estévez me había explicado perfectamente cuáles son los efectos secundarios de la quimioterapia que se repiten cada tres semanas. Y no se había equivocado. Los primeros días, nauseas, vómitos y cansancio. A los 15 días, alopecia e irritación de la mucosa bucal, y a los 18 días conjuntivitis. Aunque he hablado mucho de mi pelo, y ya me lo he cortado bastante, ahora ya estoy de lleno en la real y amarga espera de la caída. Se supone que cae a los 15 días, pero se que algunas mujeres se han quedado calvas a la semana. Cada vez que me paso los dedos entre mis cabellos, temblorosa, me miro la mano para descubrir si ya ha llegado ese momento que he imaginado tantas veces entre sollozos. Pero no, todavía no. Sigo esperando.
Otros efectos de la quimioterapia son diarrea o estreñimiento y sequedad de la piel. Y si, mucho estreñimiento y la piel como la de los elefantes. ¡No ganaremos para crema hidratante! La quimioterapia también disminuye el número de células blancas o defensas, y es a partir del décimo día de haber sido administrada cuando su número es más bajo pudiendo aparecer infecciones. La oncóloga se puso seria en este punto y me dijo que si tenía fiebre por encima de 38º acudiera a urgencias. Estos días está haciendo mucho frío. Intentaré salir poco de casa, o si lo hago, abrigarme como un esquimal.
Hoy estoy muy contenta porque me encuentro bien. El cambio lo he notado nada más abrir los ojos. Me he sentido limpia, con el “veneno” fuera de mi cuerpo. En la primera sesión me he encontrado mal sólo 4 días, pero sé que en la segunda será peor, porque ya no estaré tan fuerte físicamente. Me quedan cinco sesiones de quimioterapia… ¡ya sólo necesito una mano para contarlas!
Una bolsa negra llena de un líquido rojo que recuerda la sangre. Así se presentan los fármacos de la quimioterapia a los pacientes. Asustada, te sientan en un sillón, y durante dos largas horas te inyectan esa sustancia dentro de las venas. Una sustancia que para salvarte, antes te romperá y martilleará.
Y así ha sido. Hoy por fin he sido capaz de levantarme del sofá y escribir cuatro líneas. El martes por la tarde me inyectaron los medicamentos de la quimioterapia. Durante las dos horas de sesión, no noté nada. Al llegar a casa, tampoco. Cené bien, y me tumbé en el sofá a dormir. Todo normal. Estaba asustada y nerviosa, esperando alguna reacción de mi cuerpo. Pero el sueño no llegaba y los cambios tampoco… La noche fue extremadamente larga. Encendí y apagué la televisión muchas veces, fui a la cocina otras tantas… hasta que el cansancio me venció. ¡Y de repente, sobresaltada, me desperté! Parecía que me hubieran dado una paliza porque me dolía todo el cuerpo. Aún así, conseguí levantarme porque si no bebía agua urgentemente me iba a morir. ¡Mi boca me sabía a hierro! Llené un vaso enorme de agua y tragué con la misma desesperación con la que al instante la escupí. Acababa de descubrir que ese horrible sabor provenía de mis entrañas y que el agua no lo apaciguaba, sino que lo agravaba. Se acabó el beber agua en los siguientes días. Tuve que sustituirlo por bebidas con sabor. Y una desagradable sensación de náuseas me ha acompañado estos cuatro días. Aún así, he comido poco, pero bien. No tenía mucho apetito, pero no me ha sentado mal la comida. Sólo he vomitado dos veces, el primer día y el cuarto, y sólo mucosidades.
La Dra. García Estévez me había explicado perfectamente cuáles son los efectos secundarios de la quimioterapia que se repiten cada tres semanas. Y no se había equivocado. Los primeros días, nauseas, vómitos y cansancio. A los 15 días, alopecia e irritación de la mucosa bucal, y a los 18 días conjuntivitis. Aunque he hablado mucho de mi pelo, y ya me lo he cortado bastante, ahora ya estoy de lleno en la real y amarga espera de la caída. Se supone que cae a los 15 días, pero se que algunas mujeres se han quedado calvas a la semana. Cada vez que me paso los dedos entre mis cabellos, temblorosa, me miro la mano para descubrir si ya ha llegado ese momento que he imaginado tantas veces entre sollozos. Pero no, todavía no. Sigo esperando.
Otros efectos de la quimioterapia son diarrea o estreñimiento y sequedad de la piel. Y si, mucho estreñimiento y la piel como la de los elefantes. ¡No ganaremos para crema hidratante! La quimioterapia también disminuye el número de células blancas o defensas, y es a partir del décimo día de haber sido administrada cuando su número es más bajo pudiendo aparecer infecciones. La oncóloga se puso seria en este punto y me dijo que si tenía fiebre por encima de 38º acudiera a urgencias. Estos días está haciendo mucho frío. Intentaré salir poco de casa, o si lo hago, abrigarme como un esquimal.
Hoy estoy muy contenta porque me encuentro bien. El cambio lo he notado nada más abrir los ojos. Me he sentido limpia, con el “veneno” fuera de mi cuerpo. En la primera sesión me he encontrado mal sólo 4 días, pero sé que en la segunda será peor, porque ya no estaré tan fuerte físicamente. Me quedan cinco sesiones de quimioterapia… ¡ya sólo necesito una mano para contarlas!